Hubo
un tiempo en que mi hijo se puso de novio. Fue una buena noticia por
dos razones: la chica era de su edad (mayor de 18, yo temía que sólo se
interesara por mujeres maduras) y así, pensaba yo, dejará de acosarme
(lean mis relatos anteriores y comprenderán a qué me refiero).
Le pedí que no traiga a su novia a casa para mantener relaciones, le
ofrecí dinero para que vayan a un hotel, pero nunca me hizo caso.
Ella me hace acordar a mí cuando tenía su edad, es algo tímida y
tiene carita de estar muy enamorada. Mi hijo (que tanto me hace acordar a
mi ex marido) parece aprovecharse de la situación.
Una noche tuvieron una sesión de sexo bastante escandalosa en su
habitación. Yo los escuchaba desde la mía, era imposible dormir. ¿En
algún punto estaba celosa? No imposible. Bueno, imposible no, pero traté
de apartar esos pensamientos de mi mente.
En determinado momento los gemidos de placer de ella se convertían
en gemidos de dolor. También escuché que le decía a mi hijo “yo quiero,
pero me duele mucho”.
Miré el reloj, eran las dos de la mañana y yo estaba despierta, y alterada. ¿Excitada? Tampoco quería ni pensar en eso.
Me levanté sin ponerme nada encima y fui a oscuras hasta el botiquín
del baño a tomar una pastilla para dormir. A tientas estaba tratando de
encontrar la caja cuando de pronto se encendió la luz.
Era mi hijo, completamente desnudo y con una erección colosal.
Nos asustamos mutuamente.
-Mami, ¿qué hacés acá a oscuras?
-¿Qué hacés vos así sin nada?
-Igual que vos -sonrió.
Ahí recordé que yo también estaba desnuda. Me cubrí los pechos con el antebrazo y el pubis con la otra mano.
-¿Qué hacés acá? -insistí.
-Busco crema.
-¿Qué?
-Prestame una de tus cremas. La necesito urgente.
No hacía falta que le preguntara para qué. Miré por sobre su hombro.
Más allá de la puerta del baño, en la penumbra, estaba su novia,
también desnuda, tratando de cubrirse los pechos con cierto pudor.
Imaginando para qué la necesitaba, le pasé un frasco.
-Tomá, esta te va a servir.
-Gracias ma, sos una genia -dijo y me besó en la mejilla.
-Y vos portate bien, no seas bruto.
Iba a retirarse pero volvió y me preguntó:
-¿No le darías un consejo?
-¿Qué?
Tomó a su novia de la mano y la metió en el baño. Ella bajó la vista. ¡Me hacía acordar tanto a mí que me llenó de ternura!
-Eso, que la aconsejes cómo tiene que hacer -insistió mi hijo.
-¿Vos estás loco?
-Dale ma, vos sabés del tema.
Me puse colorada.
-Andate, haceme el favor. Vayan los dos.
-Decíle algo, no sé, que no esté nerviosa, que no tenga miedo.
-A vos te digo: no seas bruto. Sé delicado.
Sonrió, me dio otro beso y se fueron.
Qué locura, pensé.
Tomé una pastilla de la caja. En el baño no había vaso, de modo que
apagué la luz y fui hasta la cocina. Entonces percibí que mi hijo había
dejado la puerta de su habitación abierta.
Me quedé de pie largo rato, cavilando. Sabía que lo había hecho a
propósito, sabía que no debía asomarme a mirar, pero no pude con mi
genio. Fue como si mis pies me condujeran hacia allí contra mi voluntad.
Me asomé discretamente conteniendo en aliento. El corazón se me saltaba del pecho.
En la penumbra del cuarto divisé a la chica en cuatro sobre la cama,
en el borde, y mi hijo de pie, intentando meterle su formidable
herramienta por el culo.
Le costaba. A cada avance, ella se quejaba, entonces él retrocedía un poco, le ponía más crema y volvía a intentarlo.
Hasta que en determinado momento no retrocedió más. Ella se quejaba
de dolor, pero mi hijo no se la sacó. Poco a poco toda su verga
desapareció en el recto de su novia.
Ella cayó hacia delante, quedó completamente boca abajo, y mi hijo sobre ella. En esa posición la bombeó lenta y profundamente.
Sé que suena terrible, pero a mí se me humedeció la concha. ¡Me estaba excitado al ver a mi hijo cojiendo con la novia!
Esto no puede estar pasando, me dije. Sentía deseos irrefrenables de tocarme. Peor aún, de estar en la cama con ellos.
Luchando contra mis deseos ocultos, mi culpa, mi vergüenza, me alejé
de la puerta. Fui hasta la cocina y tomé la pastilla con un gran vaso
con agua.
Me quedé allí inmóvil hasta que cesaron los sonidos en la habitación
de mi hijo. Pero el galope de mi corazón no se había detenido, tampoco
la humedad de mi entrepierna. El somnífero no me hacía aún efecto.
Pasó otro largo rato. Temblando de pies a cabeza me asomé nuevamente a la habitación de mi hijo. Ambos parecían dormir.
Sin saber qué hacer vagué por la casa. En el respaldo de una silla
del comedor había una camisa de mi hijo, me la puse si abrochar los
botones, seguí caminando y terminé en el sillón del living sin lograr
conciliar el sueño. En mi cabeza reproducía las imágenes que había
visto. No podía dejar de pensar.
¿Qué me estaba sucediendo? ¿Qué era ese costado voyeur mío que desconocía? ¿Y justo se me había despertado con mi hijo?
Mi mente volaba. Me relajé en el sillón, cerré los ojos. Quizá el sueño por fin vendría.
-¿No podés dormir?
La voz de mi hijo me sacó de mis profundos pensamientos con un sobresalto.
Se sentó a mi lado, aún desnudo aunque ahora no estaba erecto.
-¿Qué hacés así? Cubrite -le dije.
No me hizo ni caso.
Tenía un vaso de cerveza helada, me convidó, tomé un sorbo y se lo devolví.
Cerré un poco la camisa para cubrirme las tetas y crucé las piernas.
-Yo tampoco puedo dormir -dijo él.
-¿Y tu novia? -pregunté mirando hacia su habitación.
-Ella duerme como un tronco -sonrió.
-Hijo, andá a tu cama. Me preocupa que esta chica piense algo malo de mí, de vos, de nosotros dos.
-Nunca va a pensar nada malo. No tiene familia, ¿te acordás que te
conté? Vos sos como una madre para ella, no sabés todo lo que te quiere.
-Pobrecita. ¿No le habrás hecho nada por la fuerza?
-No ma, te juro que no.
-Mirá que la podés lastimar y es muy feo.
-Te lo juro. Es más, salí más lastimado yo que ella -sonrió.
-¿Qué querés decir?
-Me arde -dijo poniendo una mano sobre su miembro.
Incluso en la penumbra pude ver que tenía la cabeza enrojecida.
-Es muy estrecha, por eso ahora me arde -dijo.
-No quiero saber ningún detalle -lo corté.
-¿Y qué puedo hacer con el ardor?
-Metelo en agua fría -dije secamente.
Sólo logré que se riera.
-Shh no te rías así de fuerte que la vas a despertar.
Intenté levantarme para ir a mi habitación pero me retuvo.
-Dejame, me voy a mi cama.
-No, esperá, quedate un ratito más.
Se recostó sobre mí, enlazó mi cuello con sus brazos. Su pene fláccido quedó apoyado en mis muslos.
-Hijo…
-Un ratito nada más, así abrazados.
Su cuerpo estaba tibio y suave. La verdad es que yo necesitaba un
abrazo en ese momento. No sé si mi hijo era la persona más adecuada,
pero no había nadie más que pudiera dármelo.
Nos quedamos un rato en silencio. La sensación era muy agradable. Sentía que me invadía, por fin, el sueño.
Pero otra vez algo me hizo abrir los ojos. Un presentimiento.
La novia de mi hijo estaba de pie junto a nosotros. Tenía el cabello revuelto, el rostro colorado y sudaba.
-¿Qué te pasa? -le pregunté algo preocupada.
-Me siento mal. Quiero vomitar.
Giré hacia mi hijo:
-¿Qué le hiciste?
-Nada.
-¿Le diste de fumar?
Sonrió son responderme.
-Sos incorregible.
Me puse de pie, abracé a la chica y la acompañé hasta el baño. Parecía un animalito herido, tan vulnerable…
Se lanzó sobre el inodoro y vomitó. Yo me agaché a su lado. Advertí que de su ano fluía un poco de semen.
-Ya va a pasar. Si no estás acostumbrada te puede dar esta reacción. No tendrías que haber fumado nada de lo que te da mi hijo.
Se recompuso un poco y me dijo:
-Usted es tan buena…
Para mi sorpresa, me abrazó y se puso a llorar.
-Bueno chiquita… ¿qué pasa?
-Nunca había tenido a nadie que me cuidara…
Estábamos las dos arrodilladas en el baño, abrazadas, ella llorando
sobre mi hombro, mis tetas apoyadas en sus tetas. Había un fuerte olor a
sexo, su vagina estaba tan húmeda como la mía.
En esa posición nos encontró mi hijo. Se paró en el borde de la puerta. Su miembro se había puesto duro otra vez.
-¿Está mejor?
-Sí, pero lo que hiciste estuvo muy mal -le reproché.
Se arrodilló junto con nosotras y nos rodeó con sus brazos.
-Perdón, pido perdón, no pensé que podía hacerle mal.
Su arrepentimiento era sincero. En ese momento mágico había allí
mucho amor. En nuestros cuerpos, tan desnudos, tan tibios, tan próximos,
no había ni una pizca de maldad.
Su novia dijo suavemente:
-Ya sé que no quisiste hacerme daño. Vos también sos muy bueno.
Y mirándome a mí agregó:
-Ustedes son increíblemente buenos, los dos.
Mi hijo la besó en la boca. Luego, para mi sorpresa, me besó en la boca a mí.
Sonrió. Estaba lleno de amor. Su novia también sonreía.
-Besala -le dijo mi hijo.
Ella buscó mis labios con los suyos. Yo sentía que eso no era adecuado, me hice ligeramente hacia atrás. Estaba confundida.
-No sé si esto es conveniente -dije.
Mi hijo, refiriéndose a su novia, me dijo con naturalidad:
-A ella le gusta besar a otras mujeres.
-Bueno… eso no tiene nada que ver.
-Ma, te quiere besar para demostrarte su amor. ¿No es cierto? -le preguntó a ella.
-Sí señora, pero si usted no quiere está bien igual -dijo tímidamente la chica.
-No, no me malentiendas. Yo también te quiero mucho, pero…
Entonces mi hijo hizo la revelación de la noche:
-Mami, ella sabe todo.
-¿Qué? ¿Cómo? -pregunté aturdida.
La novia me aclaró:
-Sé que usted y su hijo tienen una relación muy especial.
-¿Le contaste? -me alarmé.
Ella siguió:
-Me contó, y me parece maravilloso. Ojalá yo hubiera tenido una
familia así. Ojalá me hubieran amado así. Pero mis padres me abandonaron
cuando era chica. Ustedes… ustedes son la familia que hubiera querido
tener…
Otra vez se puso a llorar. Sentí que se me estrujaba el corazón, la
historia de esa chica me conmovía profundamente. Insisto, a riesgo de
ser cansadora, que me recordaba mucho a mí misma a esa edad.
-¿Ves ma? Está todo bien. Esto es puro amor -dijo mi hijo.
Nos rodeó más fuerte con sus brazos. La boca de su novia buscó
nuevamente mi boca, y esta vez no lo evité. Nos besamos hermosamente.
Por instinto, porque no sé besar de otra manera, por reflejo
condicionado, le metí la lengua. Enseguida reaccioné y la retiré, pero
entonces fue ella la que me metió la lengua a mí. Hasta en esas
reacciones nos parecíamos. Ella tampoco sabía besar de otra manera.
Pese al juego de las lenguas, al intercambio profundo de nuestras
salivas, ese beso fue puro amor, pura paz. Seguía sin pensar que no
había nada de maldad en ese momento. Sentí que esa chica podría haber
sido mi hija.
Luego ella nos abrazó fuerte a mi hijo y a mí.
-Los quiero, los quiero tanto… -dijo con lágrimas en los ojos.
-Ustedes son las mujeres que más amo en la vida -dijo él.
Tomó una teta de su novia e hizo rozar su pezón con uno de los míos.
Se incorporó un poco y nos rozó los pezones con el glande de su miembro
erecto.
-Las amo… las amo -repitió.
Yo me sentía como embriagada, pero aún podía distinguir ciertos límites.
-Hijo, no te propases -susurré.
Él siguió frotando su pene contra nuestras tetas y dijo a media voz:
-Son mis dos amores… quiero tenerlas a las dos.
Se incorporó un poco más. Tenía una mano en mi espalda, otra en la
de su novia, y nos mantenía una junto a la otra, con su miembro frente a
nuestros rostros. En ese baño reducidísimo no había espacio para que
saliéramos de la posición.
-No hijo -insistí.
Pero su novia tuvo una reacción distinta: abrió la boca y le hizo una mamada.
-Dejame salir -le pedí a mi hijo.
-No ma, vos también querés.
-No. Dejame ir.
-¿Y entonces por qué te quedaste mirando en la puerta de mi habitación?
-¿Q… qué? -tartamudée.
-Te vimos cuando nos mirabas, ma. Y eso nos puso a mil.
La novia dejó de chupar y me dijo:
-A mí no me molestó señora, al contrario, sentí… sentí como que usted me estaba cuidando. Y fue muy bonito.
Quedé estupefacta. De modo que me habían visto. Y ahora mi hijo me
estaba ofreciendo su pija, cubierta de la saliva de su novia, para que
se la chupara.
Reacioné de golpe, como si despertara.
-No, no puedo, no debo. Basta. Hijo, vos sabés que no corresponde. Lo hablamos montones de veces.
-No la obligues a tu mamá si no quiere -intervino la novia.
Al mismo tiempo la chica me agarró una teta con la mano. Me pasó la
uña por el pezón, luego por el de ella, y volvió al mío, y así, como un
tic nervioso. Creo que lo hacía sin siquiera darse cuenta, pero era
excitante.
-Sí quiere, pero siempre es lo mismo, se niega, no lo quiere reconocer -dijo mi hijo.
-No, no quiero.
-Dejala.
Era una discusión sin sentido. Yo no cedía, mi hijo tampoco, y la novia trataba de interceder.
Entonces las cosas comenzaron a desencadenarse a una velocidad que, en mi estado, me impidió reaccionar.
Mi hijo empezó a hamacarse, frotando su pija contra nuestras tetas.
Su novia volvió a besarme. Ahora lo hizo más intensamente, gimiendo.
Al tiempo que pegaba sus labios a los míos, que metía su lengua en mi
boca, tomó una de mis manos y la llevó directo a su concha. Estaba
mojadísima.
No se detuvo ahí. Cuando se aseguró que yo no retiraría mi mano de su entrepierna, me metió dos dedos en la concha a mí.
Mi hijo seguía con su hamacada. Ahora directamente nos estaba cojiendo las tetas.
-Las amo… las amooo -gritó mi hijo.
Sentí que me salpicaba las mejillas.
Velozmente, su novia dejó de besarme y se metió su verga en la boca para comerse el resto de la acabada.
Chupó fuerte, y luego volvió a besarme con la boca rebosante del semen de mi hijo. Tragué un poco y le devolví el resto.
La paja que me estaba haciendo ella, y la que yo le hacía al mismo
tiempo, me hicieron perder la cabeza. Nuestras lenguas impregnadas de
leche se enredaron, lucharon en nuestras bocas. Mi hijo observaba, y
frotaba su pija por nuestra cara y nuestras tetas. Quizá sin
proponérnoslo, éramos dos hembras rindiendo el tributo de nuestra
calentura al macho que nos había conquistado.
Tuve mi orgasmo, porque era imposible no llegar al éxtasis en esa
situación. Luego la novia de mi hijo me metió un pezón en la boca.
-Muérdame… muérdame por favor.
Apreté mis dientes sobre su pezón duro y ella estalló. Tuvo un
orgasmo tan potente con mis dedos metidos en su concha que hasta se meó.
Yo quedé shockeada esa noche. Aún hoy me pregunto si caí en una
trampa, si mi hijo y su novia conspiraron para que todo eso pasara, o
fue genuino el amor que sentían y se desbordó hacia el lado del sexo.
Esto pasó hace un tiempo. Poco después mi hijo rompió con su novia.
Lo último que supe de ella es que se dedica a la prostitución. Mi hijo
suele visitarla, ahora como cliente, e insiste en que lo acompañe.
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Marianelabolson
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Después del relato solo puedo decir ¿Cuando sale la parte 8?
ResponderEliminarAunque pienso que la relación entre los tres tenía mucho más recorrido, desde una interacción entre ellos más fuerte hasta meter a algún amigo para que el niño se parezca más al padre
Que tal MARIANELA
ResponderEliminarEstoy encantado con tus relatos, y me haría muy feliz que contestaras mi mensaje.
Realmente tus relatos son de lo mejor, el libido, el morbo, la forma en la cual nos haces conocer a la protagonista es un exquisita.
Casa día quiero más ser parte de es familia; que me digan enfermo , lo sé.
Espero tener pronto noticias tuyas y más relatos.
Tu admirador SDMA
me quedé con las ganas de que le hiciera el orto a la madre..... Noooo, quiero más
ResponderEliminarMe encanta, me tienes a mil con estos relatos, me hubiera gustado q hubieran hecho el trío duro sin pudor alguno ellos 3
ResponderEliminarMe encantan los relatos muero por ver las continuación continuaciónes las subirás o solo en relatos privados
ResponderEliminarQue buen relato, cada vez se pone mejor
ResponderEliminarBuen relato, leer la historia desde el punto de vista de otro personaje es bueno y refrescante
ResponderEliminarboof que relato tan bueno que digo bueno hermoso muy lindo todo se siente el amor en la historia como la mama cae en las garras de su hijo y la novia tan puta y inocente que buen personaje se nota que le hacia falta amor pero seguro que ahora tendra mucho que recibir los quiero mucho y un abraso fuerte
ResponderEliminarMe gusta q el hijo le haya presentado a su novia y participado!!! Y q la exnovia se hay vuelto protis por su madre después !! Sería lindo una parte más !!!gracias por compartir el relato!! Y abrazo grande
ResponderEliminarUna nueva integrante a la saga, esperemos que si, gracias por alimentar nuestra imaginación con sus relatos está página es lo mejor que pude encontrar hace años
ResponderEliminarPensar que tienen un caminito hecho entre madre e hijo, que la consumación llegará de la mano de la novia? Cómo siempre el morbo presente hace que los motores calienten por demás!! Avanti 👏
ResponderEliminarExcelente!!!!
ResponderEliminarHistoria más que morbosa, felicitaciones.
ResponderEliminarEstupenda saga, gracias Marianela.
ResponderEliminarEsperando que se publique la 8
ResponderEliminarmuy buen y exitante relato. ojala pronto continue
ResponderEliminarmuy buena saga !! gracias por tus relatos
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