
Era un domingo precioso. Me levanté de buen ánimo, decidida a aprovechar el día lo mejor posible. Al mediodía desperté a mi hijo, que como era su costumbre últimamente, dormía desnudo. Advertí una importante mancha en las sábanas, no me costó imaginarme de qué se trataba.
-Tengo una propuesta para hacerte. Nada de discusiones, nada de temas desagradables, vamos a aprovechar el día. Te invito a ir de picnic.Aceptó enseguida. Preparé una canasta con algunos sándwich y una coca.
-Eh ma, si llevás coca llevemos fernet.
-No, te vas a emborrachar.
-Dale, dejate de joder, ya soy grande.
-Bueno -cedí, para seguir mi plan de no tener discusiones.
La salida al aire libre se cumplió a medias porque se levantó un viento fuerte y algo frío, de modo que estacionamos el auto frente al río e hicimos el picnic ahí adentro.
Tomé coca con fernet ante la insistencia de mi hijo. Un vaso, otro, otro.
-Vos me querés emborrachar -le dije.
-No. Sólo que te pongas alegre.
Lo consiguió. Terminamos riéndonos de cualquier pavada.
En un momento se hizo una pausa en la charla. Luego él dijo:
-Las fotos que me mandó papá… las tiré.
-Bueno… gracias.
Se refería a las fotos de una de las veces que su padre me había enfiestado con sus amigos, algunas están en otro post mío.
Se hizo otro silencio, y él preguntó:
-Ma, ¿cómo es estar en una orgía?
-Uh, no empieces con tus preguntas y menos sobre ese tema.
-No te estoy pidiendo que me invites ni nada. Quiero saber.
-No, mejor dejá.
-Dale ma. ¿Cómo es? No me lo puedo imaginar.
Será por su insistencia, será por el efecto del alcohol, le terminé contando algunas cosas.
-Es… básicamente es un quilombo. Llega un punto en que… por lo menos a mí me pasa… llega un punto en que se pierde el control, ya no sabés con quién estás.
-Vos en las fotos tenés un poco cara de perdida.
-Y sí… llega un punto que las circunstancias me superan.
-Pero en otras tenés cara de… no sé, de que la pasás bien.
-Hijo, ante tanto estímulo es imposible permanecer indiferente.
-Te ví en las fotos con el entrenador.
-Ah sí -suspiré- Te juro que no sabía que era tu entrenador.
-Eso me rompió la cabeza, porque el tipo se la pasa haciendo alarde de las minas que se coje, y de la pija que tiene. Y lo peor es que es cierto, es famoso por el tamaño.
-Sí -dije sintiéndome un poco incómoda.
-Me rompió la cabeza. Primero saber que había estado con vos, después verlo. El tipo parece un actor porno. Jamás pensé que vos… podías aguantar algo así. Pensé que… bueno, otra clase de mujeres sí, pero vos…
-Mejor cambiemos de tema.
-¿Vos gozaste con él?
-Hijo, cambiemos de tema.
-Sólo eso contame.
Puso una mano sobre mis muslos. La cabeza empezó a darme vueltas.
-Necesito tomar aire.
Bajé un poco la ventanilla pero entró un viento terrible, helado. Me dio un escalofrío, los pezones se me pusieron duros y se marcaron en la tela de la blusa. La cerré.
-Dale… contame -insistió.
-No, basta.
Se quedó callado. Pensé que había logrado convencerlo.
Tomó un trago más, me convidó de su vaso, lo rechacé pero insistió y bebí. Era casi fernet puro.
-Nene, vos me querés emborrachar de verdad.
-Un poquito -sonrió con picardía.
-No te hagas ilusiones de nada.
-No, si no pienso en nada.
Me llevé una mano a la frente.
-¿Seguís mareada?
-Bastante -sonreí a mi pesar, producto de los nervios y la borrachera.
Yo estaba en el asiento del acompañante. Se acercó a mí.
-¿Qué hacés?
-Nada ma, te quiero abrazar, no seas desconfiada.
Estuvimos abrazados un rato, sin hablar. Yo tenía cierta somnolencia, se me cerraban los ojos, la cabeza me daba vueltas.
Con una mano mi hijo me acariciaba el cabello, con la otra la espalda. Esa mano bajó hasta mi trasero.
-Nene… -dije suavemente con los ojos entrecerrados.
-No hago nada -susurró.
Luego deshizo un momento el abrazo y reclinó los asientos por completo.
-Para estar más cómodos -dijo.
Yo tenía la voluntad casi anulada. Miré por la ventanilla. No había nadie en los alrededores.
Se recostó más sobre mí. Estábamos los dos casi en el mismo asiento, el mío.
Apoyó su entrepierna en mi muslo. Tenía una potente erección, podía sentirla con claridad.
Volví a cerrar los ojos. Sólo se escuchaba el viento. Si me quedaba así un momento más, me dormía.
-Ma…
-¿Qué?
-¿Me hacés una paja?
-No.
-Dale… una pajita, nada más.
-No empieces.
-Como otras veces, no te pido otra cosa. Ni más ni menos.
Mientras hablaba me subió la pollera hasta dejar al descubierto mis muslos, incluso se me veía la tanga.
-No -dijo, y me la bajé.
Volvió a subirme la pollera, yo a bajarla, y así dos o tres veces más.
No sé en qué momento se desabrochó el pantalón y sacó su miembro. Me dí cuenta cuando lo hizo rozar contra mis muslos.
-Basta hijo.
-Dale… haceme una…
-No… no podemos seguir con esto.
-No le hacemos mal a nadie… los dos queremos…
-Te parecés a tu padre hablando.
-Es la verdad.
-Soy tu madre.
-Sí, pero no hay nada de malo en esto. Es para aliviarme, como dijiste vos una vez.
-Fue un error, nunca debí haberlo permitido.
-Dale ma… es lindo… es porque nos queremos.
-Pero hay cosas que…
En un solo movimiento me subió la pollera y se subió él sobre mí. Su miembro duro quedó apoyado en mi entrepierna. Agradecí tener puesta la bombacha.
Empezó a frotármelo, imitando los movimientos del coito.
-No hagas eso hijo.
-Aliviame… dale…
-Volvamos a casa y hacé vos lo que quieras, pero no cuentes conmigo.
-Pero es que quiero que me la hagas vos… dale ma… qué te cuesta…
-¿No entendés que hay cosas que una madre y su hijo no pueden hacer?
Evidentemente no lo entendía o no lo quería entender. Tomó una de mis manos y por la fuerza la llevó hasta su miembro.
-No me obligues…
-Dale ma… mirá cómo estoy…
Con mucha firmeza me sostenía la mano por la muñeca, obligándome a agarrarle la pija.
Controlaba mis movimientos, e hizo que frotara la cabeza contra mi clítoris, siempre por encima de la bombacha.
Una oleada de placer me recorrió el cuerpo como una descarga eléctrica.
-No hijo… no…
-¿Ves que a vos también te gusta?
Con la mano libre le agarré la cabeza y lo miré fijo a los ojos.
-Hijo… soy una mujer, y estoy viva, ¿entendés? Algo así me vuelve loca, no lo puedo controlar… pero no lo puedo hacer con vos, entendelo por favor.
Por toda respuesta me frotó más fuerte. Por acto reflejo abrí más las piernas. Ya estaba completamente mojada.
-No por favor…
-Ay mamá… esto es un sueño…
-Basta… basta… -le rogué entre gemidos y jadeos.
Él también estaba completamente sacado. Dijo:
-Mamá te la quiero meter.
-¡No! ¡No! -reaccioné espantada.
-No aguanto más, te la quiero meter.
En ese momento tuve un orgasmo brutal. Gemí, apreté los dientes, alcé un poco las piernas. Fue una explosión de mi cuerpo entero.
Si me demoraba un segundo más, pasaba cualquier cosa. No sé de dónde tuve la lucidez para acelerar la masturbación de mi hijo y lo hice acabar para que quedara satisfecho y no pensara en avanzar.
-Ay sí… ay qué lindo… -jadeó.
Me tiró sus chorros de leche sobre la bombacha y los muslos. No terminaba nunca de acabar, hasta manchó el asiento del auto.
En cuanto se relajó, lo empujé suavemente hacia su asiento. Quedamos cada cual en el suyo. Mi hijo con el miembro flojo, yo abierta de piernas con la pollera subida y el semen resbalándome por la parte interna de los muslos. Gruesas gotas blancas hacían contraste sobre mi tanga negra.
Me sentía sin aliento. ¡Mi hijo me había provocado un orgasmo! ¡Y había estado a punto de metérmela!
Ajeno a mis pensamientos, él estaba en otro mundo. Estiró un brazo, me apoyó una mano en las tetas y dijo:
-Qué lindo mami… qué lindo… esto es lo mejor que hay.
Decididamente, estaba todo fuera de control.
Como conté más arriba, mi hijo (que es mayor de edad, aclaro) juega al rugby en un modesto club de la ciudad. Cada vez que tienen que viajar para jugar un partido organizan un fiesta para recaudar fondos. En una de esas ocasiones, mi hijo me insistió para que asista.
-No querido, sabés que no me gustan esas fiestas, no conozco a nadie… prefiero quedarme en casa.
-Dale mami, nunca venís. Van los padres de mis compañeros, y vos nunca.
-Decile a tu padre que te acompañe.
-No, ni sé por dónde anda, hace tiempo que no tengo noticias de él.
Como saben los que han leído los otros relatos, el padre de mi hijo y yo estamos separados.
Tanto me insistió y me rogó que terminé aceptando acompañarlo. Con una advertencia:
-Voy un rato nada más, me vuelvo temprano.
La fiesta era en el salón del club, que estaba acondicionado para la ocasión. El ambiente era bastante familiar, pero me puse tensa cuando me percaté de que estaba el entrenador de mi hijo, que es amigo de mi ex marido y es uno de los asistentes a las orgías a la que me obligan a participar.
A la distancia el tipo me fijó la vista de manera muy sugestiva, lo cual me puso más nerviosa. Como sabrán, una noche me forzó a tener sexo con él en su auto.
Mi hijo me presentó a sus compañeros y a los padres de algunos de ellos. Mi timidez me impidió entablar un diálogo más o menos decente. Me sentía desubicada en ese lugar, y para colmo el entrenador no me quitaba la vista de encima, aunque manteniéndose relativamente alejado.
En una distracción mi hijo desapareció de mi lado. Lo ví lejos, charlando y riendo con sus amigos. Miré hacia la puerta, consideré que ya había cumplido y que era hora de irme.
En eso bajaron todas las luces, comenzó a sonar más fuerte la música y se formaron un montón de parejas que salieron a bailar.
Yo iba a retirarme cuando sentí que me tomaban del brazo.
-¿Bailamos?
Era el entrenador de mi hijo, que me sonreía perversamente.
-No, ya me voy.
-Bailemos un poco antes.
-Dije que no.
-Bueno, entonces me vas a acompañar a un lugar muy lindo.
-Me estaba yendo.
Con total desparpajo me apoyó una mano en la entrepierna por sobre el vestido. Sin dejar de sonreír me dijo:
-Vení conmigo o te empiezo a cajetear acá delante de todo el mundo.
Puesta entre la espada y la pared, dejé que me arrastrara por los costados del salón. Por suerte estaba bastante oscuro y nadie parecía prestarnos atención.
El tipo abrió una puerta, salimos a una especie de patio que cruzamos rápidamente y entramos a un salón pequeño, lleno de camisetas, pelotas, conos y otros objetos similares.
-Dejame ir -le dije.
-Este es el depósito del club, acá podemos estar tranquilos.
Me abrazó e intentó besarme.
-Dejame.
-Vamos, no te hagas la estrecha. Te echo un buen polvo y te vas.
-Ni loca.
-Jaja, siempre decís lo mismo pero una vez que la tenés adentro bien que te gusta.
-Dejame grosero.
Intentó besarme nuevamente. Me mantenía abrazada, y frotó su bulto entre mis piernas.
-Mirá, está como a vos te gusta. ¿Me vas a decir que no la extrañaste ni un poquito?
-Cortala.
Sin dejar de sonreír empezó a desabrocharse el pantalón.
-Ay qué trabajo que me das… no importa, yo sé que cuando la sentís, todo cambia.
Se bajó los pantalones. No llevaba ropa interior. Su miembro en erección saltó hacia delante como si estuviera enojado por el encierro.
-Mirala… por lo menos reconocé que está linda.
El tipo estaba muy bien dotado, tenía la pija más grande que había visto, y sentido, en mi vida.
-Dejame ir, mi hijo me está buscando.
-No te preocupes por tu hijo.
-¿Cómo que no?
-Haceme caso, no te preocupes.
-¿Qué querés decir?
-Vení, vení acá.
Me abrazó más decidido y me plantó un terrible beso en la boca, con mucha mucha lengua.
-Qué labios preciosos -dijo frotándomelos con los dedos.
Volvió a besarme intensamente, luego me metió dos dedos en la boca, hizo que se los chupara, y cuando estuvieron bien ensalivados bajó a mi entrepierna. Metió su mano bajo mi falda, me hizo a un lado la tanga y comenzó a frotarme el clítoris.
-¿Ves que sos una turra? Me viste la pija y ya te mojaste toda.
-Dejame -susurré.
-¿Por qué no querés reconocer que te morís de ganas?
A los tirones me quitó la tanga, la hizo un bollito y la arrojó lejos, fuera de mi vista.
Luego se arrodilló, me subió un poco la falda y me pegó una chupada de concha que me hizo temblar las piernas.
El tipo sabía usar la lengua como pocos, me provocó vibraciones terriblemente intensas que no pude soportar y que liberé en un orgasmo que sacudió todo mi cuerpo.
El entrenador se puso de pie, me dio un beso de lengua con la boca babosa por mis jugos y volvió a agacharse para chuparme más la concha.
-Abrítela con los dedos -me ordenó- Dale turra, que te morís del gusto.
Mi voluntad estaba doblegada por el placer. Me abrí los labios vaginales y él me chupó el clítoris con más fuerza.
Cuando me tenía al borde del delirio me hizo girar sobre mí misma, me abrió con prepotencia las nalgas y me hundió la lengua en el culo. Tuve que morderme los nudillos para no gritar.
Estuvo largo rato humedeciéndome y dilatándome. Cada tanto me escupía y volvía a meterme la lengua.
-Qué buen orto tenés… qué buen agujero… elástico, bien cojido, como a mí me gusta. Se nota que ha entrado mucha pija por ahí. Sos la mejor hembra que conocí…
Finalmente se puso de pie, me hizo inclinar hacia delante, apoyarme sobre unos caballetes, y me subió la pollera.
Sobándose la pija para que se le ponga más dura todavía me preguntó:
-¿Por el culo o por la concha?
Yo sólo podía jadear, con la respiración agitada.
-Ahora sí que te morís de ganas de que te coja, ¿eh? Te tengo a punto… y vos a mí…
Me frotó varias veces el glande por la concha. Pensé que se preparaba para metérmela por ahí, pero sólo lo estaba lubricando con mis jugos.
Justo cuando estaba a punto de tener otro orgasmo me apoyó la cabeza en el culo.
-Ay… despacio… -supliqué mirando hacia atrás por sobre mi hombro.
-Sí, te la voy a dar despacio, pero la querés, ¿no?
Empujó un poquito y se retiró, otro poquito y volvió a retirarse, y así varias veces.
Mis jadeos aumentaron, me estaba enloqueciendo.
-¿La querés o no?
-Ay sí pero despacio por favor…
-No tengas miedo, tenés el orto bien dilatado.
-Pero es muy grande…
-Vos confiá en mí que te va a entrar toda y la vas a disfrutar.
Empezó la penetración, lentamente como había prometido. Sentí cada centímetro de ese monstruo hundiéndose en mis entrañas, abriendo mi esfínter, sin ceder un momento pese a mis quejidos.
-Ay… ay por dios que dura está… ay que grande…
-Aguantá… aguantá que ya está casi toda…
La sacó por completo, exclamó un “ahhh” de admiración, y me la volvió a meter.
Aunque parezca ridículo, en ese momento pensé en las fotos porno que he visto de mujeres con el ano dilatado producto de la penetración de una verga gruesa. Siempre pensé que me daría vergüenza tener el culo así de abierto. Como, pensé, justamente me lo estaba dejando este tipo.
Cuando entró hasta el fondo, cuando el último centímetro estuvo dentro de mí, se quedó inmóvil unos instantes.
Luego empezó a bombear, despacio al principio, y cada vez más fuerte después.
-Ah… ah… ah… ah…
-Bancá… bancá… ya te rompí el culo, ahora dejame que te lo goce.
Fue implacable, incansable. Ya no me dolía. Me sentía terriblemente abierta mientras su barra entraba y salía.
-¿Sentís mi carne? ¿La sentís toda adentro?
-Ah… sos un hijo de puta…
-Eso… puteame que me calienta… dale puta del orto…
-Me matás… me matás… -dije casi sin aliento.
Con sus manazas me abrió el escote del vestido, me agarró las tetas y las apretó con fuerza.
-¿Ves que sos una trola? Siempre andás sin corpiño… ah… cómo me calientan tus tetas.
-Ay qué hijo de puta… ay qué hijo de mil putas que sos…
-Qué buen culo… decime si no es la mejor pija que te comiste…
-Acabá… acabá por favor… no aguanto más…
-Haceme acabar vos. Mové el orto, dale.
Con las pocas fuerzas que me quedaban empecé a moverme adelante y atrás, ensartándome yo solita en su tronco.
-Más… dale más…
Me moví más rápido, más rápido, más rápido, empalándome más, más, más, hasta que me aferró de las caderas inmovilizándome y se descargó por completo dentro de mí.
Siguió moviéndose él un ratito más y luego se hizo hacia atrás. Su verga no terminaba nunca de salir.
A mí las piernas no me sostenían más, me derrumbé en el piso. Quedé sentada, con las piernas flexionadas a un costado.
-Sos la mejor. La mejor -dijo.
Se subió el pantalón con parsimonia, armó un cigarrillo, lo prendió y me lo pasó.
-Fumá, colocate un poquito, ya sé que eso también te gusta.
Dí una profunda pitada mientras él terminaba de acomodarse la ropa.
-Cuando te repongas un poco, salís al patio por donde vinimos y si te vas a la derecha llegás a la calle sin pasar por el salón.
-¿Me dejás acá?
-Sí, ¿o querés que nos vean juntos?
-No, está bien -dije jadeando.
-¿Estás bien? ¿Te duele el culo?
-Estoy bien.
Riendo morbosamente dijo:
-Vas a cagar leche una semana seguida. Por allá hay papel, si te querés limpiar.
-Sos un cerdo.
-Y vos sos una turra que le gusta la pija más que la comida.
Se agachó, me obligó a levantar la cabeza y me dio un beso.
-Hasta la próxima.
Se fue dejándome sola. Me quedé sentada un rato más, con una revolución en el estómago. Tenía las tripas llenas de semen.
Cuando me sentí mejor me puse de pie. Me pareció escuchar un ruido. Me bajé la falda rápidamente y pregunté, asustadísima:
-¿Quién anda ahí?
Y entonces, de detrás de unas cajas, salió mi hijo.
Quedé con la boca abierta, no podía pronunciar una palabra, el corazón se me saltaba del pecho.
Mi hijo tampoco hablaba. En la mano tenía, hecha un bollito, mi bombacha. Y debajo del pantalón un bulto considerable.
Después de mirarme un largo rato sin hablar dijo:
-El papel para limpiarte está allá.
-Hijo… yo…
Él parecía sonámbulo, o shockeado.
-Hijo… qué vergüenza siento…
-Y yo siento vergüenza porque acabé sin tocarme.
Entonces lo miré mejor. En la entrepierna del pantalón, además del bulto de su miembro erecto, se notaba una amplia mancha.
-¿Cuánto hace que estás acá? ¿Vos sabías? ¿Fue una trampa?
-Todo eso no tiene importancia mamá.
Bajé la vista.
-Me quiero ir a casa -dije.
Dí dos o tres pasos hacia la salida y noté que estaba goteando. Busqué el papel en el lugar donde me había indicado mi hijo.
-Date vuelta -le dije.
No me obedeció. No quería que me viera cuando me limpiaba.
-Hijo, date vuelta.
Lo hizo de mala gana, y a medias, quedando de perfil.
Hilos de semen me corrían desde el culo al interior de los muslos. Me sequé lo mejor que pude, sé que él me espiaba.
-No puedo creer que hayas estado mirando. No lo puedo creer -dije mientras me secaba.
-Fue lo mejor que he visto en mi vida.
-Es una locura. ¿Te das cuenta que es una locura, que no es normal?
-No es anormal. Yo no te hice nada.
-Vamos… sabés de qué te hablo.
-Yo no te hice nada, pero sueño con…
-Ni lo pienses. Ni lo pienses. En casa vamos a hablar. Dame mi bombacha.
-¿Para qué?
-¿Cómo para qué? Dámela.
-Está sucia, no te la vas a poder poner.
No quise ni saber cómo se había ensuciado.
-Hijo, más te vale que no la muestres por ahí.
-No ma, ni se me ocurriría. Es para mí.
Me quedé mirándolo sin saber qué más decir. Él dio unos pasos hacia mí y me abrazó muy fuerte.
-Te quiero -susurró.
-Yo también te quiero hijo, pero…
-Shhh… no hablemos ahora.
Nos quedamos así abrazados largo rato. Había un fuerte olor a sexo en el ambiente.
Cuando sentí que me acariciaba la espalda de manera sugestiva lo detuve.
-No hijo.
Él lo aceptó.
-Sí, mejor -dijo- porque estoy por acabar de nuevo sin tocarme.
-No me digas esas cosas…
-No puedo evitarlo ma…
Le acaricié el rostro.
-Tenemos que hablar de esto. En casa.
Hizo que sí con la cabeza.
Después salí del salón, crucé el patio y busqué la salida.
Continuará.
Autora: MarianelabolsonSOLO CUANDO SE LLEGUE A LOS 15 COMENTARIOS SE PUBLICARÁ UN NUEVO RELATO.
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Sería genial que ella arme una venganza, excelente historia
ResponderEliminarbueno, bueno, bueno. Creo que cuando vuelvan a casa, la cosa, no va a terminar ahí... El chico ya aprendió el cómo. Ahora, tienen que practicar el dónde, y el cuanto... Porque no creo que sea una sola vez...
ResponderEliminarBuenas continuación y deja el relato a punto para una continuación!!
ResponderEliminarBuenas continuaciones cada vez se va poniendo mejor la trama de la saga
ResponderEliminarEl hijo ya le encontró la manera, emborrachándola. El entrenador ya la conoce. Ahora ya solo falta que lo haga con el hijo… ya pocas fuerzas le queda a la mamá para impedirlo
ResponderEliminarCada vez mejor esta historia, ansioso por leer la continuación...
ResponderEliminarmuy buen relato
ResponderEliminarExcelente!!!!
ResponderEliminarexcelente
ResponderEliminarEstupenda historia
ResponderEliminarcuanto morbo!!!
ResponderEliminarY cómo sigue?
ResponderEliminarexcelente relato
ResponderEliminarLa delgada línea se desdibuja cada vez más con su hijo... Mucho morbo y caliente... Avanti 👏👏
ResponderEliminarMe encanto el relato!! Cada vez cerca de darle el placer a su hijo!! O hacer juntos con algún macho de turno y su hijo !! Sería muy lindo q eso pase el otra parte más adelante!! Abrazo grande
ResponderEliminarA mi me encanta la forma de sumisión que esta encontrando el hijo, me gustaría que siguieran con lo juegos.
ResponderEliminarHola volví voy a ponerme al día a comentar perdón por el atrasó gasty
ResponderEliminarVolví a leer todos los relatos me encantan
ResponderEliminarsiiiii que continue....
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