Después de haber leído lo que mi esposa me escribió relatándome las aventuras con Ismael, empecé a volverme loco, me parecía mentira que Patricia fuera tan puta, me carcomían los celos y la bronca de haber sido humillado de tal manera y por gente que me conoce muy bien, pero también debo admitir que llegué a un grado de excitación que no pude evitar hacerme una terrible paja imaginando cada escena volcada en el papel, me daba cuenta que era algo que ya no podía arreglar, sobre mi cabeza pesaban unos enormes y hermosos cuernos que lo llevaría de por vida, estaba dispuesto a llevarlos con orgullo, ya que el solo hecho de imaginar lo que vendría me ponía caliente en demasía, de manera que empecé a programar como sería mi nueva vida. Mi esposa siguió recibiendo los servicios de Ismael, yo me hacia el desentendido con el, pero le pedía a ella que me contara con detalles cada vez que el hacía una incursión por mi cama, A Patricia también le gustaba el jueguito, me decía que era súper excitan...
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