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Descubriendo a mi esposa

Hola a todos, ante todo quiero decirles que soy un fanático  lector de este blog y después de leer tantos magníficos relatos de Gus Becker y Marcel Milord, me he animado y con el  permiso de mi esposa a contar nuestras andanzas.

Mi nombre es Pedro, el de mi esposa es Patricia, tengo 45  años y ella 42, reconozco que ya somos maduritos, aún así nos mantenemos en  perfectas condiciones físicas y nos gusta disfrutar de todas las cosas buenas  que se presentan en la vida.

Estamos casados hace 22 años y tenemos dos hijos varones de  17 y 15 respectivamente, vivimos tranquilamente en la zona sur del gran Buenos  Aires. Nuestro matrimonio es maravilloso, con Pato nos entendemos a la  perfección tanto en lo afectivo como en lo sexual, en fin nuestra vida  transcurre sin mayores sin problemas.

Pero lo que les voy a contar sucedió hace bastante, cuando  solamente teníamos cuatro años de casados y pasamos una crisis matrimonial que  casi deriva en la separación; en ese momento yo comenzaba a tener mi despegue  económico, con ayuda de mi padre compre una estación de servicio y luego otra y  estaba a punto de adquirir una tercera, reconozco que mis horas transcurrían  pensando únicamente en hacer dinero y por ello descuidé un poco a mi mujer.

Tuvo que suceder algo fuerte para que me diera cuenta lo  abandonada que la tenía y el hecho ocurrió una noche que festejábamos nuestro  cuarto aniversario de casados, fuimos a cenar a un conocido restaurante de la  costanera y luego fuimos a bailar a Sunset, ya había bebido demasiado en el  restaurante y seguí bebiendo champaña en el boliche, recién empezaba el verano  por lo tanto hacía muchísimo calor, Pato se había vestido provocativamente para  mi, una pollera muy cortita color blanca muy pegada al cuerpo deja notar sus  nalgas redondas, se le notaba una pequeñísima tanga que desaparecía entre sus  glúteos, cubriendo su torso una camisa de seda color salmón, desabrochada hasta  la mitad de su pecho, dejaba observar el nacimiento de sus tetas hermosas y perfectas, Patricia nunca usaba corpiño, decía que le molestaban y a mi me  encantaba al ver como se le marcaban sus enormes pezones.

Bailábamos y nos besábamos como adolescentes, mis manos no  dejaban de recorrer todo su hermoso cuerpo, no nos importaba la gente a nuestro  alrededor, yo a esa altura estaba bastante borracho como para darme lo que  hacía, mi esposa también había tomado bastante, aunque todavía se mantenía en  buen estado, pero igual aceptaba gustosa mis caricias y apoyadas.

En un momento empecé a levantarle la pollera metí mi mano  entre sus piernas, ella solamente suspiró y aunque intentó resistirse en forma  débil me permitió seguir hurgueteando entre sus húmedas carnes, a los minutos  éramos expulsados por el personal de seguridad, nos fuimos sin chistar no sin  antes robarme una botella de champaña.

Pato se dio cuenta que yo no podía manejar, se sentó en el  volante y salimos con rumbo a casa, yo seguía bebiendo directamente de la  botella, Pato de vez en cuando también lo hacía y nos reíamos a carcajadas,  nuevamente deslicé mi mano entre sus piernas y cuando toqué su vulva estaba  terriblemente empapada.

 

¡¡¡¡ hummmmm, estas caliente, la tenés toda mojada !!!!!!      -, le dije mientras introducía dos dedos en su vagína.

Aaaaahhhhggggg, ¿recién te das cuenta?, - me contestó      excitada.

Seguí pajeando a mi esposa mientras terminaba de tragarme las  ultimas gotas de la bebida espirituosa, no se en que momento sucedió pero ya no  fui dueño de mis actos y empecé a dormirme, me desperté con una brusca frenada  en la puerta del country donde en ese momento vivíamos, apenas podía abrir los  ojos y ni siquiera podía saludar a Ismael, uno de los de vigilancia de turno esa  noche, lo único que entendía era que Patry le pedía que la ayudara a bajarme del  auto y acostarme en mi cama.

Ismael se subió detrás y fuimos hasta nuestra casa, Pato dejó  el auto en la puerta e Ismael me sacó como pudo y cargándome entramos a casa, el  tipo me llevaba sin dificultad, a pesar de sus casi 50 años, tenía el vigor de  un muchacho, medía como 1,90 mts, tenía espaldas anchas y unos brazos  musculosos, piel morena y siempre con cara de enojado, se comentaba que hasta  los 30 años había sido hachero en el Chaco, me recostó en la cama y empezó a  sacarme los pantalones, entreabriendo apenas los ojos podía observar todo lo que  sucedía, vi a Ismael sonreír cuando miró mi ropa interior.

 

Parece que no le dio tiempo de llegar a casa - dijo      mirando con una sonrisa a Pato que también miraba con ojos alegres la      situación.

Me había corrido sin darme cuenta, todo mi slip estaba lleno  de semen que ya empezaba a derramarse por mis piernas, miré a mi esposa que  empezaba a reírse a carcajadas de mi ridícula situación; Ismael la miró y  también lanzó una carcajada, quise reírme con ellos pero solamente podía  observar paralizado como empezaba a divertirse con mi estado calamitoso.

De repente empecé a notar que algo extraño ocurría, mi esposa  estaba con una botella de champaña en una mano y en la otra sostenía dos copas,  le dio una a Ismael y le sirvió, luego se sirvió ella y brindaron,  inmediatamente hicieron fondo blanco para seguir riéndose.

Ismael estiró la mano y acarició la espalda de mi esposa,  ella riéndose le hacía señas que disimulara mientras me miraba para asegurarse  que yo no me percataba.

Pero al parecer el gigante no estaba dispuesto a esperar  mucho y se lanzó sobre ella, con un brazo la rodeó por la cintura estrujándola  contra su cuerpo y su mano libre, fue directamente a metérse entre las piernas  de Patricia, ella, totalmente ebria, caliente e indefensa solamente atinó a  abrir sus ojos con asombro, al segundo vi como los cerraba y una sonrisa de  placer se dibujaba en su rostro.

No lo podía creer, ¿qué carajo estaba pasando?, mi esposa era  un chiquilina, no podía admitir que me meta los cuernos con ese veterano, quería  moverme y levantarme para detener esa situación y solamente conseguía tener  arcadas, ese negro de mierda estaba meciéndole manos a mi esposa por todos lados  y yo sin poder hacer nada, vi como ella envolvía con su pierna las piernas del  tipo, el apoyaba su enorme bocota en el cuello de Pato y la chupeteaba, no tardó  demasiado en deshacerse de la camisa dejándola con las tetas al aire,  inmediatamente empezó a chuparlas, mordía sus pezones y a esta altura Patricia  volaba de calentura, moviendo en forma de circulo sus caderas para sentir el  bulto crecido de Ismael.

El la aferró por los cabellos y la obligó a arrodillarse,  ella aceptaba y al parecer le gustaba la forma que el tipo la sometía, - ¡¡vení  putita, ahora vas a tener lo que a vos te gusta ¡!!!, ella levantaba sus ojos  claros y con mirada lasciva empezó a acariciar ese bulto inmenso que parecía  estaba a punto de reventar el pantalón.

Ismael bajó el cierre y metió su mano, no se si era la  borrachera que tenía en ese momento que me hacía ver visiones, pero lo que el de  seguridad saco de ahí adentro no era algo normal, una tripa oscura, larga, debía  medir fácilmente unos 23 cm por 6 de grosor, sus venas hinchadas parecían  explotar y una cabeza brillante en forma de un hongo inmenso apuntaba  directamente a la cara de mi menuda esposa.

Ella la miraba, la deseaba, la acariciaba, la agarró por la  mitad de ese tronco no pudiendo cerrar los dedos a su alrededor, empezó a  pajearlo sin dejar de mirarla, parecía hipnotizada ante semejante falo, pero en  ningún momento se había asombrado como yo de ver semejante cosa, era indudable  que ya lo conocía que la había probado con anterioridad, que ya conocía hasta su  sabor.

No se que me pasó, después quise culpar a mi estado de  ebriedad, pero quería mantener los ojos abiertos para ver el momento que ella se  la metía en la boca y no solo eso, empecé a desear que lo haga, quería verla  chupando esa enorme manguera y sentí como se me paraba la pija sin poder  detenerla.

Por unos segundo me dormité, cuando abrí nuevamente los ojos,  mi esposa pasaba la lengua por su glande, despojándolo de todos los líquidos pre  seminales que estaban fluyendo de su verga, siguió lamiendo y deleitándose con  cada centímetro de músculo erguido, abrió su boca para succionar uno de sus  testículos y ayudada por sus dedos quiso introducirse el otro en su pequeña y  carnosa boca, no pudo lograrlo, se contento con chuparlos de a uno mientras no  paraba de masturbarlo, fue metiéndose por entre las piernas de hachero y sin  detener el ritmo de la mano sobre su pija, se instaló detrás de el y deslizó su  lengua experta entre los glúteos morenos de Ismael, el gemía y sentía placer al  sentir a mi esposa lamer su ano, con sus manos abría sus nalgas para que la  lengua de Patricia jugara a gusto sobre su orificio anal.

Patricia también empezó a masturbarse, estaba en posición de  cuclillas, se había corrido la tanguita y frotaba el clítoris con sus dedos, a  medida que su primer orgasmo se acercaba mas furiosa era la lamida en el ano de  Ismael, al fin ella acabó y aflojó un poco la tensión, nuevamente se dirigió  hacia delante e intentó tragarse la enorme verga, abría su boca la máximo y  apoyaba la cabezota sobre sus labios, el morocho empujaba como queriendo  penetrarla por la boca, no se como lo logró pero Pato empezó a tragarse el  formidable falo, parecía una boa constrictora ver como esa pija iba  desapareciendo dentro de las fauces de mi esposa, que con el rostro desfigurado  seguía haciendo fuerza por deglutir la manguera del morocho.

Pudo metérsela solamente hasta la mitad y allí paró, en las  mejillas de ella podía apreciar la succión que le producía, el empezó a gemir  cada vez mas fuerte y Patricia abrió enorme sus ojos, Ismael empujaba hacia  delante y ya había metido su poronga hasta la garganta de mi esposa, de repente  ella empezó a toser y una gran cantidad de leche caliente salpico para todos  lados, cayó en la alfombra, en su cabello, en la cara, de inmediato ella se  dispuso a recibir la segunda andanada, abrió su boca, sacó su lengua y apoyó el  glande del morocho sobre ella, otro inmenso chorro de esperma salió de el y se  deposito en su lengua, ella degustó excitada hasta la última gota de semen.

Todavía con la verga en su mano, miró hacia donde estaba yo,  al ver que no me había movido volvió a besarla, lamerla, acariciarla, se la  frotaba por la cara, por el cuello por los pechos; yo había deslizado mi mano y  sostenía mi pija que estaba totalmente erecta, suavemente me pajeaba para no ser  descubierto, estaba enloquecido de calentura, quería ver mas, ver a mi esposa  ser tan puta me daba vueltas y ahora quería ver como Ismael se la garchaba  delante mío.

Ismael se terminó de desnudar y acostó a Pato en el sillón  frente a la cama, ella también se terminó de quitar las pocas prendas que le  quedaban y miraba gimiendo como ese negro hijo de puta se acercaba para cojerla,  ella estaba con sus piernas abiertas y se pajeaba, se metía dos y tres dedos en  su argolla, estaba empapada en sudor al igual que su amante, el se paró a su  lado y levantando una pierna apoyó su pié derecho en la boca de Patry, ella lo  dejó hacer y sacando su lengua viciosa la metía entre los dedos del tipo, le  succionó el dedo gordo, luego el otro y el otro y así le chupó todos los dedos,  recorrió todo su inmenso pié con la lengua, besándolo entero; enloquecida de la  calentura le pidió que se la coja, - quiero tu verga dentro mío – decía  jadeante, pero Ismael sabía lo que hacía, sabía que mi esposa estaba desesperada  por esa enorme garcha y la hacía sufrir, se agachó y metió su cabeza entre las  piernas de ella, su bocota enorme parecía comerse la vulva de Pato, ella,  apoyada sobre sus pies levantó las caderas para que el se metiera mas en ella, -  ¡¡¡ hijo de puta !!!, me volves loca, gritaba Patricia moviendo en círculos su  vientre pequeño y blanco mientras le anunciaba que estaba acabando nuevamente.

Ismael se tragó todos los jugos de la conchita de mi esposa,  siguió chupando unos minutos y se irguió con su anormal palo dispuesto a  penetrarla, - agarra preservativos del cajón de Pedro -, le ordenó Pato, - ¡¡  que preservativos ni ocho cuartos !!, - le grito despectivamente, te voy a coger  así, como te gusta a vos putita de mierda, - ¡ no por favor, sin forro no ¡  suplicó mi mujer, pero Ismael ya empujaba hacia el abriéndose paso hacia el  interior de mi esposa, - hhhhaaaaaagggggggg, - exclamó Pato mientras la  semejante verga se perdía en su interior, no podía creer que mi esposa estuviera  ensartada por esa inmensidad, el animal se la metió entera, ella levantaba su  cabeza para mirar como la tenía entera adentro, - ¡ hijo de puta, que hermosa  verga tenes, como me gusta tenerla toda adentro! – decía jadeando la puta de mi  mujer y empezó a mover sus caderas, el vaivén se transformó en sacudidas  violentas, ya no se cuidaban que los oyera, gritaban y jadeaban, ella movía sus  caderas y lo envolvía con sus piernas pidiéndole mas y mas, - ¿pero no le  alcanzaba a la hija de puta con ese semejante pedazo de tripa que se estaba  tragando?, me preguntaba yo mientras manchaba las sabanas con una gran cantidad  de leche producto de la hermosa paja que acaba de hacerme.

Ismael bombeaba enloquecido, Patricia lo miraba desafiante y  con voz ronca le pedía que la llenara de lecha, de repente el se detuvo y empujó  con fuerza, nuevamente se quedó quieto y Patricia suspiró sonriendo, el negro de  mierda la estaba llenando de leche, lentamente sacó su verga y de la vagina de  Pato empezó a chorrear el liquido pegajoso y caliente, luego se la dio a mi  esposa para que la limpiara y degustara la mezcla de líquidos, ella se la mamó  gustosa hasta dejarla limpita.

Ismael se levantó y comenzó a vestirse, - ¿ya te vas? –  preguntó Pato con tristeza, - Pedro no se va a despertar, todavía tengo ganas –  exclamó ella casi en tono de súplica, - ahora no puedo, cuando este pelotudo se  vaya a trabajar llamame así te sigo cojiendo como te mereces -, dijo el  socarronamente mientras bajaba las escaleras y desaparecía.

Patricia se levantó del sillón y caminó hacia la cama  respirando agitada, no dejaba de acariciarse el clítoris erecto, aún seguía  caliente, quería seguir recibiendo pija y yo intentaría dársela.

Se acostó a mi lado y encogió sus piernas, luego las separó y  mirando al techo se empezó a masturbar frenéticamente, gemía, casi gritaba, su  goce hizo que se me parara nuevamente y con la poca fuerza que tenía para  moverme me acerqué a ella, Pato me miró sorprendida, pero no le di tiempo y me  subí sobre su cuerpo y mi oca se prendió de uno de sus pechos, ella me miraba  sorprendida, pero me deja hacer, su excitación podía mas, empecé a bajar por su  cuerpo recorriéndolo con mi lengua, ya estaba por su vientre y comenzaba a  sentir olor a semen mezclado con jugos vaginales, no me importaba nada, estaba  tan o mas caliente que mi esposa.

Su conchita estaba repleta de leche aún caliente, todavía  salían borbotones de su interior, no aguanté las ganas de chuparla y metí mi  lengua entre sus labios, fui juntando y tragando toda la esperma derramada por  Ismael, no me importaba, estaba gozando como loco, me gustaba hacerlo y mas me  gustaba que mi esposa me aplastara la cara contra su vagina para que siguiera  lamiendo y limpiando toda su cavidad.

Mas tarde me acomodé entre sus piernas y la penetré, aunque  seguramente ella no sintió nada, luego de lo que había pasado por allí, mi  verga, aunque nada pequeña, no podría hacer demasiado para satisfacer el hambre  de pija que mi mujer tenía, acabé y nos dormimos abrazados hasta el medio día  siguiente.

A partir de esa noche nuestra vida sexual fue diferente, pero  eso se los contaré en otro relato.


Autores: Pato y Pedro

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