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Me Confieso

Pertenezco a una familia conformada por mis padres (mi padre 53, mi madre 48, yo y mi hermano menor) y dejo bien claro que nuestras relaciones de familia eran normales y nunca antes me había fijado en mi madre como objeto de deseo sexual.

Ella no era una gran belleza pero a su edad aún conservaba un buen estado físico, su rostro ya denotaba los rasgos de una mujer madura, siempre estaba alegre o jovial cosa que la hacia parecer de menor edad de la que tenía y pese a la armonía del hogar no era un secreto que las relaciones con mi padre no eran tan buenas a causa que en una o dos ocasiones lo encontró en situaciones de infidelidad marital y si convivían juntos más era por los comentarios y el cuidado de los hijos que por su propio deseo. 

Yo contaba en aquellos días con 18 años de edad y había culminado mis estudios en la escuela. Luego del breve descanso que significaron aquellas vacaciones de verano me trasladé a la ciudad capital para iniciar los estudios en la Universidad. Mi madre había arreglado que me hospedaría en una pensión estudiantil los primeros meses y hasta que consiguiera un pequeño apartamento no muy caro para mudarme. La idea era que al mudarme mi familia pudiera venir de vez en cuando de visita sin mayor costo por el hospedaje, ya que éramos una familia de clase media que no contaba con muchos recursos económicos. 

A los dos meses de estar viviendo en la pensión se presentó la ocasión de un lindo departamento de dos ambientes en la zona de la universidad y su costo era accesible y de inmediato mis padres me enviaron el dinero y me trasladé a vivir a mi nuevo alojamiento. En cuanto todo estuvo acomodado en mi nueva casa mi madre viajó desde nuestra ciudad para conocer el lugar y ayudarme a terminar de instalarlo con total comodidad. No hace falta describir la alegría de volver a mi madre tras varios meses de ausencia en mi casa y su llegada no sólo trajo la alegría sino los cuidados que toda madre suele dar a sus hijos, cocinar y todas las cosas del hogar, fue como volver a renacer después de aquellos duros meses en la pensión estudiantil. 

Dado que el departamento no era lo suficientemente amplio nos ubicamos ambos en el dormitorio y tras acomodar el equipaje de mi madre nos sentamos a conversar en la cocina mientras ella me contaba de cómo estaban todos en nuestra casa y yo le contaba de mis estudios y la nueva vida en la ciudad. Como era sábado pasamos la tarde conversando y arreglando las cosas en el departamento y en la tarde a ella se le ocurrió salir a cenar fuera para festejar su llegada y nos dispusimos a prepararnos para salir. 

Primero me di yo una ducha para dejarle el baño todo el tiempo que lo necesitara y para esperar que ella termine me puse a ver la televisión. De inmediato ella comenzó a preparar sus ropas y se dirigió hacia el baño a ducharse y unos 20 minutos después salió envuelta en una toalla y con otra sobre su cabeza. Fue en ese instante que todo en m continuó acicalándose para nuestra salida y luego de secarse el cabello vestida como había salido de su ducha y se vistió con un pantalón, una blusa y un suéter combinando y una hora más tarde estábamos listos para salir. 

Fuimos a restaurante sencillo donde cenamos pastas y tomamos una botella de vino tinto. Durante la cena conversamos de todo un poco hasta que mi madre me preguntó si de mi estadía en la ciudad ya había conseguido novia y le respondí que no contándole que no me fue posible conocer muchas mujeres mientras vivía en la pensión. Como no era lejos del departamento el regreso lo emprendimos a pie mirando vidrieras en las calles y caminamos durante más o menos una hora hasta llegar al departamento y en el trayecto pude observar como más de un hombre se dio la vuelta para admirar a mi madre que casi ni los advirtió. 

Cuando llegamos al departamento eran las 12.30 de la noche y como era temprano nos sentamos en la sala a seguir conversando. Charlamos un largo rato, tal vez más de una hora, y mi madre dijo: Espérame aquí ya vuelvo, me pondré un poco más cómoda y volvió tras cinco minutos vistiendo un camisón celeste, sin mangas, que llegaba a mitad de sus muslos y se sentó a mi lado en el sofá. 

Ella continuó contándome de cómo estaban las cosas en la casa de mis padres y me dijo: En verdad que desde que te viniste para la ciudad te he extrañado y yo respondí También te he extrañado mucho mamá y nos quedamos mirando un instante. 

Ella reaccionó y dijo: Ven hijito del alma, dame un abrazo que hace tanto no me das uno y yo me acerqué más a ella y la abracé por bajo sus brazos y ella me abrazó por sobre los hombros y haciendo un poco más de presión me acercó hacia sí con fuerza pegando su cuerpo y el mío generando un contacto muy agradable. 

Duró poco tiempo ese contacto pero en ese instante pude sentir sobre mí los pechos de mi madre y sus manos frotando la parte superior de mi espalda con mucha ternura y esa sensación aumentaron mi excitación sobremanera provocándome inmediatamente una erección más severa que la de aquella tarde cuando ella se cambiaba. 

Cuando nos separamos me acomodé al otro lado intentando ocultar mi estado y al volver a mirarla pude observar su cuerpo y noté como la tela del camisón se le pegaba marcando sus pechos de mediano tamaño y dejaba ver la forma de los pezones que estaban duros y erectos bajo la tela. Ella se acomodó la ropa y dijo: Voy a la cocina a preparar un café y vuelvo y delicadamente se levantó del asiento y caminó hasta perderse de mi vista dejándome con mis pensamientos alborotados. 

Mientras estaba en la cocina mis pensamientos se agolpaban tratando de entender lo que me sucedía. Yo nunca antes había visto a mi madre como en ese momento, ni me había fijado en su cuerpo o sentido alguna clase de excitación por ella pero era innegable que ahí, en ese mismo instante, era un sentimiento y una sensación que no podía controlar. No podía quitar mis pensamientos del cuerpo de mi madre y de la excitación que me provocaba y casi por instinto me levanté del sillón y me dirigí a la cocina donde ella estaba junto a las hornallas calentando agua y preparando un pocillo para su café. 

Ni bien entre le dije: Sabes mamá, estoy muy feliz y contento que vinieras a verme. Extrañaba tus cuidados y charlar contigo como hoy y ella dándose la vuelta me miró y sonrió y yo le sonreí también. 

Ella se acercó otra vez a mí y me volvió a abrazar diciendo: Yo también te he extrañado 

Mi pija comenzó a moverse bajo mi pantalón mientras permanecíamos pegados en aquel abrazo uno frente al otro. Ahora fue ella la que hizo un movimiento con su cabeza y besó mi mejilla como yo lo había hecho recién y sin darme tiempo a reaccionar se apartó de mi culminando nuestro cálido abrazo y diciendo Gracias hijito y se volvió hacia la mesada de la cocina para seguir preparando su bebida. 

En su movimiento noté como al girar ella, dejó deslizar sus ojos observando por centésimas de segundo mi entrepierna y la evidente erección que ya mi pantalón no podía esconder más. Por un segundo mis pensamientos se debatían en mi cabeza y por un lado pensaba en irme a la sala y por el otro pensaba en el cuerpo de mi madre, en como me tenía de excitado en ese momento y cuanto la deseaba, cada vez y más. No sé como, ni porqué, di dos pasos hacia delante y volví a tomarla por su cintura juntando mis manos sobre su vientre y pegándome a su espalda y ella reaccionó colocando sus manos cubriendo las mías. 

Sin moverme de atrás de ella le dije a mi madre. Mamá, te quiero mucho y ella me respondió, Yo también te quiero mucho, hijito. 

Sus palabras aumentaron mi excitación y pegando mi verga a su culo la apreté contra mí para que sintiera mi erección en su carne. No sabía, ni comprendía, lo que estaba haciendo pero en ese instante sólo deseaba a mi madre como no había deseado antes el cuerpo de otra mujer y parados junto a la mesada ninguno de los dos movía tan solo un músculo, mis manos sobre el vientre de mamá y las suyas apretando las mías. Desde mi posición, con mi verga apoyada entre la hendidura de sus nalgas, acerqué mi cara a su cuello, cerré mis ojos y la besé succionando su piel con mis labios e impregnando mi nariz con el aroma de su perfume. Su reacción no se hizo esperar y mientras aun tenía mis labios en su cuello sentí como sus dedos se entrelazaron con los míos. 

Ella seguía ahí, inmóvil como de piedra y salvo el movimiento de sus manos parecía no reaccionar. Yo apreté mis manos más a su vientre y empujé con mis caderas hacia delante incrustando más mi verga en sus nalgas si es que se podía. El silencio que se provocó en ese instante era como el anuncio de la calma que precede a la tempestad. Ya estaba realmente jugado en todo aquello y no podía tan sólo volverme atrás e ignorarlo y las hormonas de mi cuerpo clamaban por sexo y entonces me aventuré aun más deslizando una de mis manos sin que se soltara la de mi madre hasta colocarla cubriendo su pecho y con un movimiento casi imperceptible comencé a fregar mi verga subiendo y bajando en las nalgas de mamá como si intentará cogerla por sobre sus ropas. 

Ella seguía inmóvil pero no soltaba mis manos y no daba muestras de cual era su intención, si me dejaría continuar, si deseaba lo que estaba ocurriendo o, si por el contrario, haría un escándalo y me retaría por mi osadía. El terror de pensar que ella comenzara a gritarme me paralizó por completo mientras sujetaba su pecho en mi mano y fregaba mi verga en su culo y, por un minuto o dos, ninguno de ambos hizo movimiento o sonido alguno. Al cabo de ese par de minutos y ya recobrando la conciencia de lo que sucedía en esa cocina todo cambió. 

Mi cuerpo seguía pegado al suyo, mi verga estaba completamente dura y casi clavada entre sus nalgas, mi mano aferraba su pecho y pude notar bajo la palma de mi mano el pezón, duro, durísimo, completamente erguido en una erección total también, pude escuchar la respiración de mamá jadeando bajo y los latidos acelera y su cabeza completamente reclinada hacia abajo como escondiendo el rostro de mi vista cubierta por sus ondulados cabellos de tono rubio. Mi mano derecha sujetaba por debajo de la axila su pecho con fuerza y mi otra mano desde su vientre la sostenía pegada a mí mientras mi verga que se notaba como un gran bulto bajo mi pantalón de jean marcaba la hendidura de su culo dibujando la deliciosa forma de sus dos nalgas. 

Mientras la observaba estar ahí sin resistirse a mi deseo percibí la voz de mi madre que hablando bajo, muy bajo, decía: Siiiiiiiiiii... y comprendí que sin importar nada en el mundo ella se había entregado y que nada podría ya evitar que instantes después sería mía. 

Retrocedí medio paso alejándome un poco de su cuerpo y ayudándome con las dos manos la hice ponerse de pie frente a mí, le di la vuelta y quedamos frente a frente mientras ella agachaba su rostro intentando ocultarse de mí. Con una de mis manos la tome de la barbilla y le hice subir su cara hasta verla a los ojos y sin mediar palabra entre nosotros acerqué mi rostro al suyo buscando sus labios mientras la veía como si fuera en cámara lenta que iba abriendo la boca para recibir mi beso. 

Con mucha ternura mi boca se puso sobre la de ella y de inmediato introduje mi lengua y comencé a recorrerla y ella no hizo ninguna resistencia y me dejó besarla. El beso fue corto y ella ni se movió, ni correspondió el beso tampoco. Volví a besarla pero esta vez mis manos la tomaron de la cintura y pegué mi cuerpo al de ella. De inmediato sus manos se deslizaron sobre mis dos brazos y me abrazó por el cuello mientras que ahora ella se entregaba al placer de aquel beso mostrando su deseo y lujuria que ya eran incontenibles. 

Su lengua se introdujo en mi boca mientras con fuerza sus brazos aferraban mi cuello casi colgándose de mí. Mis manos de inmediato bajaron para aferrarla de las nalgas mientras la atraía hacia mí hasta sentir su pelvis estrellada contra mi verga y ejerciendo presión sobre ella. Mamá levantó una de sus piernas y rodeó las mías enganchándola por detrás y eso provocó que su pelvis literalmente se montara sobre mi verga simulando de inmediato el movimiento de la penetración entre ambos. Cuando aquel beso terminó ambos estábamos ya demasiado excitados y ninguno deseaba que aquello terminara allí. 

Mamá tomó la iniciativa y dijo: Ven vamos al cuarto hijo, y tomándome de la mano me guió hasta la habitación, encendió la luz y me hizo recostar en mi cama. Se reclinó levemente sobre mi y me besó otra vez con toda pasión y cuando dejó de hacerlo dijo: dejame a mi hacer todo. y se arrodilló en el suelo entre mis dos piernas mientras con las manos me acariciaba sobre la camisa el pecho. 

Mirando mi rostro fue desabotonando la camisa hasta abrirla toda y luego acarició la piel de mi pecho con ambas manos. Se reclinó sobre mi torso y con su boca besó mis pezones pasando su lengua primero para humedecerlos y luego los succionó y mordió suavemente. Ver a mi madre haciendo eso me puso loco, ella era una hembra muy sensual en los momentos de sexo y sabía bien como excitarte o darte placer y era en ese momento el objeto de su deseo y nada nos importaba a ninguno de los dos. Sin dejar de besar cada tanto mi pecho, tomó con sus manos el cinturón y lo desabrochó, desabotonó el pantalón y bajó el cierre abriéndolo y tomando el elástico de mis bóxer y estirándolo un poco metió la mano desde arriba hasta encontrar mi verga en total erección y la aferró con sus dedos con firmeza como quien mide su tamaño y grosor. Ella jugó con los tanto que esto sucediera que sabía que cuando te mudaras a un departamento a vivir sólo pasaría y no lo podríamos evitar. 

Por varios minutos ella me habló y explicó que hacía más de un año me había visto masturbándome en el baño de su casa y que al verme se excitó tanto que desde ese día supo que me deseaba sexualmente pero no se animó nunca a hacer nada por temor a mi reacción o por que alguien en la casa se diera cuenta. Me dijo que innumerables veces se masturbó pensando en ese momento y que lo había soñado tanto que cuando les informé de mi traslado al departamento ella decidió y preparó todo para poder venirse sola a verme y así dar la oportunidad que todo sucediera. 

Que ella jamás hubiera tomado la iniciativa, pero que desde que llegó trató de mostrarse insinuante y de excitarme y que cuando me vio en el sillón después de estar abrazados, supo que hoy pasaría y como no hice nada más que abrazarla tuvo que irse a la cocina para no evidenciar lo excitada que se encontraba y que cuando me notó entrar nada podía ya parar eso. Cuando terminó de explicármelo todo le dije Mamá, cuanto te quiero Mamá, y me volví a sentar y la besé con más pasión. Al dejar de besarla ella me volvió a recostar y nuevamente dijo: Deja que yo me encargue hijo y relájate que te va a gustar. 

Con prisa bajó mis pantalones y bóxer los dos al mismo tiempo y me quitó la camisa dejándome desnudo sobre la cama. Ella por su parte, sin levantarse del suelo entre mis piernas se quitó el camisón que llevaba puesto por sobre su cabeza y de inmediato tomó mi verga y comenzó a mamarmela. Jugó unos segundos con su lengua y labios sobre mi glande, mientras lo sostenía erguido con su mano como quien saborea un helado, y cuando estuvo bien húmedo de su saliva lo deslizó dentro de su boca hasta tenerlo todo adentro hasta la garganta. 

Continuó degustando mi verga con real voracidad, la metía y sacaba a un ritmo que poco a poco se convirtió en infernal llevándome casi al éxtasis y hubiera derramado mi semen ahí mismo si no le aviso que se detenga. Ella hizo más pausadas sus caricias y continuó lamiendo mi miembro, mis bolas y masturbando suavemente mi verga con su mano con un lento movimiento de sube y baja. Yo estaba en el paraíso y el placer que me causaba me tenia completamente entregado a su voluntad y sin que me diera cuenta ella levantó mis piernas un poco mientras succionaba mis testículos y fue bajando suavemente con su lengua hasta alcanzar mi ano y me lo besó y chupó por más de cinco minutos entre los cuales intentaba meter su lengua, lo lamía o lo succionaba alternando con mis bolas. 

Aquello realmente me estaba desquiciando y temiendo no aguantar más le dije que se detenga, que quería cogerla, que no daba más de deseos por ella. Ella me hizo levantar y se recostó en la cama y me dijo: Esta bien pero antes quiero que me chupes a mi y me guió entre sus piernas hasta encontrar su sexo completamente húmedo, empapado de sus jugos, que me obligó a tomar hasta acabármelos. Con sus dos manos abrió sus labios vaginales dejando expuesta la piel rosada del interior de su vagina que brillaba ante la luz del ambiente y sobre su hendidura estaba aquel botón, grande y firme, latiendo de placer ante mis ojos. 

Lo tomé con mis labios y lo succioné provocándole un estremecimiento que la hizo temblar al primer contacto. Estuve deleitándome en ello por varios minutos, metiendo mis dos y hasta tres de mis dedos en su cueva mientras con mi lengua la hacía delirar de placer sobre su clítoris y sus Ahhhhgggggg... y volvió a tener otro orgasmo increíble mientras hundía su rostro en el colchón para ahogar su voz. 

Este nuevo orgasmo duró menos que el anterior y de inmediato ella comenzó el movimiento de mete y saca comenzándome a dar placer a mi. Yo por mi parte, la tomé de las caderas y sujetándola con fuerza respondí por instinto e inicié el acompañamiento en la copula. El haber estado dándole placer oral a ella había hecho bajar mi excitación y me permitía disfrutar de su sexo sin temor a arrojar mi semen rápidamente y me dediqué a jugar, mientras le enterraba mi pija en su interior, con sus delicados pechos. 

Ella lo estaba disfrutando y me decía: Si hijo, si mi amor, dale duro a mami que te quiere adentro, Que bien se siente mi amor, no te detengas, sigue, sigue, y yo continuaba taladrando su sexo con mi miembro. Sus nalgas golpeaban contra mi ingle con fuerza haciendo un sonido rítmico que era hipnotizador y desde mi posición podía ver como mi verga entraba y salía de su cuerpo y los jugos de su sexo que escurrían todo a lo largo. 

Llevé mi mano derecha hasta alcanzar su sexo y comencé a acariciarle el clítoris nuevamente y ella de inmediato reaccionó a las caricias diciendo: Hijito, Hijito, me matas de placer, no pares, no pares que voy a acabar otra vez, y nuevamente el orgasmo estalló en su cuerpo haciéndola empujar con fuerza como buscando que mi verga entrara más adentro si era posible. Cuando su orgasmo terminó cambiamos de posición y la recosté en la cama echándome encima, y ella con sus dos manos tomó mi verga y la guió nuevamente hasta tenerla adentro e iniciamos lo movimientos. 

Sus piernas rodeaban mi cintura, sus manos acompañaban mis movimientos apoyadas en mis caderas, yo la tomé por el culo y cogíamos como si fuéramos dos animales en celo. 

De inmediato el ritmo aumentó con frenesí y sentía venir mi orgasmo naciendo desde mi columna vertebral, recorriéndome la espina dorsal, estremeciendo mis testículos, comprimiendo mi próstata y soltando mi leche mientras le decía OHHH mamá, estoy acabando, estoy acabannndddooooo, y ella sonriendo y mirándome respondió: Si hijo, dámela toda, suéltala que mamá quiere toda tu leche. 

Caí exhausto sobre su cuerpo mientras ella me acariciaba la espalda y la cabeza con sus manos diciendo: Hijo, que feliz me haces. Cuanto te deseaba hijo mi, eres mi vida, eres mi amor, mientras yo trataba de recuperar el aire y el habla. Cuando ambos estuvimos más calmados ella salió de debajo y se fue al baño para luego regresar a la cama y en esa noche lo volvimos a hacer otra vez para luego quedar dormidos uno abrazado al otro en aquella diminuta cama de plaza y media y cuando desperté al otro día estaba sólo y ella en la cocina. 

Me levanté sobresaltado, no comprendía aun lo que había ocurrido y me dirigí a la cocina a verla para descubrirla en su bata de estar en casa preparando el desayuno. Al verme entrar se dio la vuelta y me dijo: Ya casi lo tengo listo, ve a la cama hijo que te llevo el desayuno, y yo le respondí gracias mamá, y me volví hacia la habitación. 

Un par de minutos después ella entraba en el cuarto portando la bandeja con café, tostadas, dulce y queso crema y acercándose me dijo Hoy nos quedaremos en la cama juntos todo el día, y se metió a la cama otra vez haciéndome compañía mientras ingería el desayuno. 

Ese día la pasamos en la cama juntos y nuestros encuentros se repitieron durante los 10 días que ella se quedó en la ciudad y cuando tuvo que volver a nuestra casa con la familia ambos sentímos tristeza, mi madre me tranquilizó y me dijo, hijo, he sido tan feliz y me voy tan satisfecha que no dudes que muy pronto, no creo que pase un mes que estaremos juntos nuevamente, pero esta vez con muchísimo más tiempo... 

Autor: Juanse

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