Engaña 1

Todo comenzó, en un cuarto que olvidé, el roce de la seda la despertaba, frente al ventanal nos pusimos a jugar, a decirnos la verdad que más engaña saber, recuerdo el mar, soñé estar aquí y no recuerdo despertar…

Mi hermana de 21 años estaba tomando sol al lado de la piscina, en top-less la muy guarra, con sus tetas enormes apuntando al cielo, auténticamente descomunales, tiesas, erguidas y criminalmente excitantes, sus pezones eran gigantescos, carnosos y puntiagudos, a pasar de la vergüenza no podía quitarle los ojos de encima, la ventana de mi cuarto que está en la planta alta de casa y da justo al jardín, me permitía contemplarla plácidamente mientras me masturbaba. Para mí no era nada inmoral o pervertido, eran las únicas buenas tetas a mi alcance y hacerse pajas en tiempo real es lo más divertido ¿O no? Además, cuando tienes 14 años y todavía eres virgen, los límites de lo debido y lo indebido se confunden bastante.

Tan abstraído me encontraba en mi estimulante tarea, que no me di cuenta de que mi madre entraba en mi habitación a guardar algo de ropa limpia.

- ¿Qué haces hijo?

Preguntó como si tal cosa, yo me quedé petrificado, mirando por la ventana con mi verga dura en la mano a punto de estallar, debía llevar ya unos segundos allí, y yo no podía ocultar lo que estaba haciendo, intente guardar mi pija nuevamente dentro del short pero de tan parada no quería entrar y lo que era peor aún, es que continuaba apoyado en el marco de la ventana, mirando hacia abajo y lo único que había abajo eran las tetas de mi hermana. ¡Su hija! Cuando mamá se aproximó a la ventana y miró por ella, pensé en suicidarme. 

- Ah, con razón estabas actuando tan raro, espías a tu hermana, es lógico, si ella siempre va por ahí provocando con tan poca ropa, ¿Qué quiere? La verdad es que tiene un pecho muy bonito… sigue, sigue haciéndote la del mono, no te molesto más.  

Me faltó un segundo para entrar en shock. ¿Se lo tomaba con absoluta naturalidad? Yo seguía paralizado mientras ella mamá continuaba guardando la ropa, antes de irse volvió a reparar en mí y vio que seguía quieto.

- ¿Qué te pasa tonto? ¿Por qué no sigues? ¿Te da vergüenza que tu madre te vea haciéndote una pajita? Si es lo más natural del mundo tontín, y ya no eres ningún niño, vamos si es tu hermanita, no estás haciendo nada malo, es lo más normal del mundo que a tu edad busques estímulos en las mujeres de esta casa y la turrita está acostada en el jardín con sus lolas apuntando a tu ventana.

Yo seguía catatónico, perdido.

- Anda hijo, yo te ayudo, tu solo mírala y córrete a gusto, chiquilín.

Y sin más ni más, la mano de mi madre empuñó mi verga, que ya estaba completamente fláccida por el susto, ella me miró sorprendida.

- ¿Que te pasa? Ah, claro, desde tan lejos seguro que no puedes verla bien, espera, que la llamo.

Y sin más, mamá abrió la ventana y empezó a dar gritos llamando a mi hermana. Yo no sabía si todo esto lo estaba soñando o si en realidad estaba ocurriendo.

- ¡Susana, Susana! ¡Sube ya al cuarto de tu hermano!

- ¡Voy mami!

Listo, ya está, seguro que el castigo por encontrarme mar turbándome y nada menos que con mi hermana era humillarme, hacerme pasar vergüenza delante de ellas.

- Hijo en un segundo podrás disfrutar de las tetas de ella bien cerquita.

Cada paso que escuchaba de los pies descalzos de mi hermana subiendo las escaleras era como una puñalada en mi corazón.

- ¿Qué necesitas má?

Preguntó mi hermana al entrar por la puerta en tetas, preciosa, con su cabello rubio recogido con dos colitas, sus ojos celestes y su casi metro ochenta de estatura, toda una valquiria al lado de mi metro setenta.

- Susana, cariño, siéntate ahí y enséñale las tetas a tu hermanito, que te estaba homenajeando con una pajita, pero al verme del susto se le bajó, voy a ayudarlo a que se corra.

- ¡Pero mamá…! Este es el mejor momento del sol para broncearte y me lo voy a perder por este idiota… Como se nota que él es tu preferido… ¿No se puede pajear cómo hace siempre, mirándome desde su ventana?

Ella me había descubierto, lo sabía, en ese momento mi corazón ya no latía.

- Susana, no seas egoísta y no insultes a tu hermanito, que lastimas sus sentimientos, ¿No te das cuenta que él es el más pequeño de la familia y necesita de nuestra ayuda? Además, será un segundo, se la voy a hacer yo, ya verás como tardo muy poquito en que largue su lechita… ¿O no te acordás cuando te hacia deditos y a al ratito te corrías hasta quedar dormida?

- ¡Mamá! El sol está a pleno afuera y hace mucho que vos ya no me hacés deditos. -Dijo haciendo pucheritos-

De pronto, mi padre hizo su entrada en escena, sin dudas atraído por la conversación, ahora las cosas volverían a su sitio, me pegaría un par de cachetadas y terminaría con esta humillación, después de todo él también es hombre y alguna vez la abuela lo habría sorprendido con las manos en la maza.

- ¿Qué pasa?  ¿Por qué tanto ruido?

Preguntó al entrar por la puerta con su imponente voz, parecía un oso  poniendo en orden a su manada, con su espesa barba rojiza, la enorme panza y sus brazos redondos y peludos.

- Nada cariño, que a esta tonta le importa más seguir tomando sol que enseñarle las tetas a su propio hermano para que yo le termine la pajita que le corté, es una egoísta, antepone sus necesidades antes que la familia.

Dijo mi mamá bastante ofuscada.

- Nada de eso señorita, si tus padres te piden algo, se hace, o se acabará eso de darte dinero cada vez que lo pedís.

- Está bien papi, pero no te enojes.

Respondió mi hermana con rostro compungido y mirando al suelo como una niña mala a la que acaban de castigar.

- ¿Ya se te olvida quién te ayudó a hacerte señorita?

- No papá, fuiste vos y te lo agradezco, me hiciste disfrutar como una loca.

- Ahora tu hermanito necesita ayuda para convertirse en todo un hombrecito y es nuestra labor como familia, que le demos una mano…

- Perdón papi… pero que la mano se la de mamá, una cosa es ponerle cerque mis tetas y otra muy distinta es que yo tenga que tocarle su cosita.

Dijo ella con tono de tontita señalando mi pitito a modo de burla.

Mi hermana se sentó frente a mí y tomándose las tetas por la base las puso muy cerquita de mí rostro, mientras mamá empezaba a mover la fina piel de mi pene, a los pocos segundos se me puso dura nuevamente. Mi madre apretaba la verga con suavidad, delicadamente, manteniendo un ritmo constante y agradable, se notaba que tenía experiencia en estos menesteres pues me estaba haciendo la mejor paja de mi vida, me daba un placer que ni lo imaginé en mis mejores sueños sexuales, todo el cuerpo me hormigueaba, temblaba de gozo, era placer en estado puro.

Estaba dejándome llevar por la marea del goce, disfrutando con mis ojos cerrados, pero cuando entreabrí mis pupilas noté que papá se había calentado y mientras mamá me pajeaba, él manoseaba las turgentes tetas de mi hermana.

- ¿Sabés que Susana? Creo que yo también merezco un poco de satisfacción…

La tomó de la mano y la condujo hasta mi cama, ella de manera indiferente se acostó de espaldas con sus piernas abiertas, papá rápidamente se puso en bolas y con su gorda verga en la mano se acomodó sobre mi hermana, o sea sobre SU HIJA, acomodó su tremenda tranca entre las tetas y las apretó de los lados con sus fuertes manos, formando un túnel con los pechos, túnel que pronto empezó a recorrer el tren de su pija, hacia delante y luego hacia atrás, aumentando el ritmo en cada movimiento. 

Mis ojos no daban crédito a lo que veían, papá se estaba cogiendo a mi hermana, usando las tetas como una vagina sustituta. Mientras él transpiraba y se agitaba, ella lo observaba inalterable, tal vez pensando en que terminase todo pronto para poder continuar tomando sol. En un momento mi mirada chocó con la de mi padre y pícaramente me guiño un ojo, inmediatamente le dijo a su esposa:

- Caro, tráete al chico, que nos vamos a correr los dos sobre Susana, dicen que el semen es genial para la piel y como ella estuvo tomando sol, vamos a llenarle el cuerpo de crema de ordeñe, para hidratarla jejeje…  

Mamá sujetándome fuerte de la verga me llevó hasta la cama, luego ella se acomodó atrás mío, me aplastó sus pechos en mi espalda y continuó pajeándome apuntando mi pija hacia mi hermana. El primero en eyacular fue papá, su pito escupió una gran cantidad de leche que mojó el cuello, el mentón y los labios de mi hermana, pocos segundos después hice lo mismo largando chorros de semen que embadurnaron el bello rostro de ella y sus cabellos. Mi hermana cuando advirtió que nuestras vergas quedaron vacías, se levantó, con una de mis sábanas se limpió la cara y sin más, volvió al jardín para acostarse en el césped, al lado de la piscina para continuar con su bronceado. Mamá me dio un tierno beso en la mejilla y bajó a seguir planchando, dejándonos solos a papá y a mí.

- ¿Y qué tal? ¿Cómo estuvo la paja? ¿Fue la mejor de tu vida, no? -Dijo mi padre sonriente-

- Ni que lo digas, jamás imaginé algo igual, gracias papi.

- Me gusta ver que te estas convirtiendo en todo un hombre.

- ¡Que tetas las de Susana! De verdad lo digo papá, que tetas que tiene, son estupendas.

Él mientras se levantaba y vestía, reía al escucharme, y antes de salir de mi habitación me dijo:

- Sus tetas no son nada comparadas con su conchita, así como la ves coge mejor que las putas, te deja seco, es una ninfómana.

Inmediatamente corrí detrás de él para saber más, pero eso quedará para otro relato.

 

Autor: Gus Becker

Decidí publicar este breve relato en Salieris a modo de premio para todos aquellos a los que les gusta esta sección y disfrutan con sus relatos. No será la única vez que suceda, tal vez aquí publique mis relatos cortos o los más viejos que no están subidos al blog, pero solamente si se supera los 30 comentarios.